marzo 14, 2010

La casa

Era la primer noche que pasaban en su nueva casa, cuartos amplios, un solar y sobre todo techos altísimos, q daban la impresión de haber contenido uno que otro tapanco. La emoción de cohabitar una casa así con su pareja le hizo pasar por alto aquellos chillidos agudos y lastimosos -"son los gatos, ha de haber una gata en brama"- se decía para aminorar el temor que de vez en vez eso le causaba- cosa curiosa ya que tenían dos gatas y nunca había escuchado maullidos similares. La noche paso sin mayor percance, solo tenían que desempacar y reacomodar algunos muebles luego de rehacer las maletas para él, su trabajo le exigía viajar constante e irremediablemente.

La primer semana corrió tranquila, de vez en vez encontraba algunos portarretratos tirados o boca abajo, pero era normal con dos gatas vigorosamente sanas, disfrutaba arreglar y reacomodar todo hasta que le parecía perfectamente "lindo y ordenado" así que poner en su lugar aquellas fotos no le parecía molesto.

Algunas veces su pareja le reclamaba entre bromas el hecho de encontrar sus fotos boca abajo o su ropa desordenada, pero sabían que ella no era la única de la casa que lo extrañaba y reclamaba toda su atención cuando estaba así que las gatas terminaban teniendo la culpa.

No fue sino hasta tres meses que comenzó a percatarse de ciertos ruidos y sucesos en su nuevo hogar además de ya encontrar enfadosa la travesura de las fotos de su pareja o de ambos tiradas o bien boca abajo. Es más ya ni siquiera lo mencionaban, lo que sí le sorprendió fue el reconocer que cuando el marido salía de casa ya ni siquiera percibía su ausencia, no lo extrañaba ya que le parecía estaba siempre ahí con ella. Y es que siempre lo sentía tan cerca su olor, su presencia, había ocasiones en que juraba él reparaba sin que lo notara aquellos desperfectos del hogar que ella no entendía a bien cómo hacerlo, así que aunque no lo quisiera aceptar cuando no estaba en casa era cuando menos lo extrañaba.

Pasaban los meses y esos maullidos de gatos le parecían cada vez menos tolerables sobre todo porque coincidían con las fechas en que su esposo salía de viaje y las fotos aparecía incluso ya con los cristales rotos -que curioso- pensaba ella-. Algunas veces movida más por el morbo que por el temor a lo que fuese a ver, se asomaba por la gran ventana de su solar y lo que veía le recordaba a una película donde salían cientos de gatos y se volvía a su recámara.

No fue sino hasta el séptimo mes que recordaba sus sueños siempre acompañada de su pareja, sin embargo al verlo de frente no lo reconocía, es decir era él pero no en esencia y es que esos maullidos desaparecieron de un día para otro, ya se había acostumbrado tanto a ellos que la presencia de él le parecía molesta aunque no entendía por qué.

Una noche, así sin más comenzaron a escuchar cómo es que se caían cosas en la sala al tiempo que los maullidos se escuchaban más fuerte que nunca eran insoportablemente violentos, no pudieron ya ignorarlo. Dos días con sus noches sufrieron los ruidos y la presencia de gatos, y ella la presencia de su pareja... y es que inevitablemente extrañaba ese rechinar de la puerta del closet, ese que de principio le pareció hechizo y feo, ese, del que entre sueños veía salir a su amado dirigirse a su cama y pasar con ella unas noches inolvidables. Fueron casi 8 meses en donde invariablemente acomodaba y reacomodaba la ropa de su marido que aparecía en su cama. Esa ropa por cierto ya no tenía ese olor que la enamoraba cuando se la veía puesta de su marido.

Al tercer día, desesperado ya por la situación, decidió que era tiempo de mudarse... ella sin saber a bien por que cogio a una de sus gatas y entro en el clóset para tan sólo volverse una estadística más y un recuerdo para él; y en lo que a mi respecta juro que desde que se mudaron yo nunca dejé de ver cómo es que ellos estaban en casa, ni una sola vez me percaté de la ausencia de él, algunas veces lo notaba encorvado y con dificultad al desplazarse pero solo eso... y más aún juro que esa gata regresa de vez en vez a maullarle a esa casona con otros tantos de gatos y que de vez en vez veo a mi vecina pasar de largo.

3 comentarios:

el7palabras dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
el7palabras dijo...

Miedoo.
#yoconfieso que soy re.marica para estos temas de muertos y aparecidos. De zombis hasta me gustan, porque sé que quedan en pura ficción; pero esto de los aparecidos, se me dificultan porque he sentido los pelillos de atrás del cuello erizándose en algunas ocasiones, sobre todo en casas o lugares "embrujados".
Brrrr... bien.
Sigamos con eso de los #cuentosalvapor

Pato dijo...

A mi me gusta el hecho de que la chava ya no extrañe a su esposo... y se contente con estar con los fantasmas...
Creo que Paranormal Activiti hubiera sido mucho mejor con una vuelta de tuerca por el estilo...